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jueves, 14 de marzo de 2013

De pequeño quise ser TT

Una esponja o una bacteria fosilizada de más de 600 millones de años de antigüedad. ¿Es el primer famoso de la Historia? Tenemos su imagen grabada en piedra. Aún nos miran los mamuts desde las paredes de las cavernas. Siguen siendo noticia las esculturas de los grandes dioses griegos y romanos. Los faraones egipcios no envejecen adornando templos. Hemos mirado con recelo al calendario maya hasta hace pocos meses. Cada uno de los más de 6.000 inigualables Guerreros de Xián mantiene viva su leyenda a través de los siglos. Cualquier emperador o rey que se haya preciado ha tenido su cara grabada en moneda. La Maja sigue mostrando sus encantos en el Museo del Prado dos siglos después. ¿La fama es efímera? Al menos antes no lo era.
Llegan los medios de comunicación y el cine. Desde luego, siempre quedarán imágenes en nuestras retinas, carteles de películas y de grandes actores y actrices en nuestra habitación o alguna voz inconfundible en nuestra memoria. Maravillosos años de la radio, los primeros pasos mudos de la cinematografía, las piernas de Marilyn, la caída de guante de Rita Hepburn o, cómo no, "un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad".
Ahora no hace falta ser de alta cuna, descubrir un continente, batallar contra un millón perteneciendo a un ejército de sólo 300 hombres, ni ser tan bueno como para alzarte símbolo del Renacimiento y pintar Giocondas, que también... Tan sólo con perfilarte como un personajillo de farándula y airear tus vergüenzas, conseguirás levantar pasiones y críticas que serán tu escalera para llegar a lo más alto. Evidentemente, y doy gracias por ello, no todos nuestros becerros de oro son así y, también dando gracias, no hace falta dejarse la piel para beber de la fría copa de la fama. Pero claro, todo tiene su parte positiva y negativa, su ying y yang, y la piedra filosofal que daba la inmortalidad a través del tiempo sólo ha quedado para algunos, mientras que la gran mayoría se aferra al efímero Trending Topic (TT).
Si estás en boca de todos, importante o no, serás TT, la tendencia o el tema del momento, inicialmente a través de Twitter, pero que ya es un término que ha trascendido más allá de esta red social. Efímero o no, qué gran monstruo Twitter. Ya no estamos pegados a la pantalla de la televisión para ver qué está sucediendo ni tenemos sintonizadas nuestras emisoras de radio para ser los primeros en saber qué ocurre. La rapidez, la velocidad, el rayo se han materializado en esta red. Y soy la primera que cae. No es el periodista el que me narra en directo. Somos todos. Una especie de Gran Hermano en el que cada persona vale 140 caracteres. ¿Cuántas veces he leído en los tuits "cómo era esto antes sin Twitter"? O, ¿"cuál será primero en informar quién es el nuevo Papa, los medios o Twitter"?. He de confesar que para mí ha sido muy emocionante estar pendiente de esta red social en momentos tan relevantes como los que se están dando desde que ha comenzado este año 2013. Así lo han sido la muerte de Hugo Chávez, la renuncia del ahora Papa emérito Benedicto XVI o las fumatas negras y, finalmente, blanca tras los cónclaves de esta semana. Ya hasta la representación de Dios en la tierra se ha subido a este carro. La noticia se ha quedado corta. Es apasionante. Ya no sólo queremos saber. Demandamos ser los primeros en enterarnos y disfrutamos compitiendo por ser los primeros en contarlo y conociendo las reacciones a lo largo y ancho del Planeta.
El anhelo humano de inmortalidad se diluye un poco en este terremoto social. Las nuevas tecnologías irrumpen con fuerza en los hogares llegando a los niños en edades cada vez más tempranas, cambiando sus espadas y balones por un teclado. ¿Soñarán estos pequeños con ser como Messi o Cristiano Ronaldo, con pisar la Luna o con vestir como caballeros templarios? Quizás de mayores digan "yo de pequeño quería ser Trending Topic". Chocante, ¿no?. Hoy sí, pero mañana ¿quién sabe...?

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